miércoles, 14 de abril de 2010

Las mujeres ya no son como antes

María Martínez Sierra, enóloga de bodegas Montecillo, en Rioja, y pieza estratégica en la jerarquía que la Casa Osborne mantiene en el panorama del vino español, forma parte de una generación de mujeres que aprendieron a luchar e imponerse en un mundo machista.

ALBERTO FUENTEGRIS


“Yo no sé como sea en México, pero en España las mujeres han perdido ese ímpetu, no luchan. Quieren una vida fácil y un marido que les resuelva la vida. También es algo que tienen los hombres, nada más que les resulta un poco más difícil que se consigan una mujer que los mantenga, aunque sucede”, comentaba con humor en una de sus recientes visitas a México.

“Soy la reina de Osborne”, exclamaba con pleno desenfado. El título honorario no le queda grande, y se lo ha ganado a pulso, desde 1975, cuando ingresó a las filas de la empresa famosa por sus brandies de Jerez, pero que cuenta también con estas bodegas establecidas en 1874. Bajo las directrices de María, “riojana de pura cepa”, Montecillo ha brindado a los Osborne las satisfacciones que tal vez los brandies no ofrecen tan de continuo, a pesar de su estupenda factura. Los blancos y tintos de Montecillo mantienen una jerarquía en España, además de su papel preponderante en mercados como el de Canadá, Estados Unidos y el norte de Europa.

“México ha evolucionado increíblemente en su cultura del vino, con relación a mi primera visita, hace poco más de 10 años. La gente está más enterada y pregunta más en cuanto a detalles en los procesos. La primera vez que vine y di una conferencia, tuve que ser muy específica en que hablaría en torno al vino, producto de la uva, ya que incluso me encontré con que la gente entendía por vino a cualquier tipo de bebida alcohólica, a excepción de la cerveza”.
ACABAR CON LOS ADVENEDIZOS

Rioja fue la primera región en España designada como Denominación de Origen Calificada, la calificación más alta en la regulación hispana del vino. La preferencia en México por los vinos riojanos se remonta a ya varias generaciones y los productores de aquella región lo saben, haciendo de nuestro país uno de sus espacios estratégicos de promoción y venta.

“Sin embargo la calidad es la que tiene que imponerse, porque son precisamente los vinos de mala factura los que hacen mucho daño, tanto a los consumidores, como a la industria misma. Ahora mismo vivimos una crisis que está dejando fuera a los advenedizos, a las malas bodegas.

“La moralla se está haciendo a un lado. Podemos decir que en el término de los últimos años, la cantidad de productores ha crecido enormemente, pero no así en el caso de los que hacen excelentes vinos. Es la base de la pirámide la que únicamente se ha ensanchado. Es lo puedo asegurar sin duda alguna. Hay más vinos sin defectos, pero no necesariamente son vinos buenos”, comentaba la especialista.
ORGULLO RIOJANO

En el caso de Rioja hablamos de la zona vinícola por excelencia de España, decía Martínez Sierra. Obviamente la importancia que reviste en el mercado ha provocado que se propaguen leyendas negras. Lo que puedo decir es que es una región que se ha profesionalizado al máximo en función también de la incorporación de la tecnología; esto ha dado por resultado un mayor control de la producción.

“Siempre se habla de la importancia de la relación precio-calidad, continúa. En el caso de Montecillo, la calidad siempre está por encima del precio. Además de que tengo la certeza de que no tenemos un vino malo, o un año mejor que otro. La razón es muy simple: si la Tempranillo o la Viura, en el caso de tintos o blancos, no brindan las condiciones requeridas, sencillamente no se produce el vino.

“Así de sencillo. No estamos para experimentar o producir vinos mediocres. Anteriormente contábamos con viñedos, pero convencí a los Osborne que dejáramos de producir uva. Ahora todo lo compramos, y precisamente por esa razón no estamos obligados a producir vino de forma obligada”, dijo.
A BRAZO PARTIDO

Insiste que la crisis económica, la más fuerte que ha vivido España en la era reciente, ha servido para poner el claro la fortaleza de las empresas. En el caso de Osborne, “empresa netamente española”, se hicieron inversiones por más de 6 millones de euros en modernización y la construcción de una nueva nave acorde con las necesidades actuales.

Apunta que del mismo modo han sido pionero en la cuestión ecológica, implantando el reciclaje de agua en 1993, cuando aún no se hablaba tanto de los aspectos ambientales.

“Siempre hay una doble moral. Muchos hablan del tema, pero pocos lo llevan realmente a la práctica. Ha sido una inversión muy fuerte y hay que responder a la confianza, pero tenemos claro que sólo la actualización puntual y la confianza en la calidad puede mantenernos vigentes. Creo que países como España entendieron hace algunos años el valor de la calidad, desgraciadamente los productores del Nuevo Mundo, con sus chips y la tecnología en función de una mayor ganancia económica, obligaron a muchos a entrar al juego del vino barato y redituable, con tal de no quedar fuera de los mercados.
SALVAR A JEREZ

Frutalidad y los acentos de las barricas de roble francés fabricadas por la propia bodega son elementos distintivos de los vinos Montecillo, al decir de la propia María, quien destaca además las virtudes de sus productos para el tiempo de guarda.

“Además me enorgullezco de decir que su carácter y su cuerpo son sensacionales con la comida mexicana, una cocina que, por otro lado, adoro. Me queda claro que los Montecillo nunca quedarán mal con la comida especiada, con moles y pipianes”, precisa.

La labor estratégica de Martínez Sierra en la proyección de la bodega riojana ha sido punto modular para que desde hace algún tiempo sea también parte estratégica en el proyecto de redimensionamiento del segmento de los brandies de Jerez, que vivió un letargo y agudizó su crisis con el avance de brandies producidos por bodegas de otras regiones, como la casa Torres.

“Es una labor que la familia Osborne me ha confiado y en el que trabajo de cerca con el Consejo Regular de Brandy de Jerez. Hay que trabajar mucho y partirse la cara, pero es algo que siempre he hecho. Es algo que queda claro de mi labor en Rioja. No me gusta faltarle al respeto a la gente, pero tampoco me gusta que me lo falten. Sólo creo en el trabajo y me queda clara la convicción de que quiere que cuando me vaya de la empresa las cosas sean tan buenas y mejores que en el momento que llegue”.

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