viernes, 21 de mayo de 2010

Priorat, una denominación de peso

De todas las denominaciones de origen españolas, quizás la más singular sea el Priorat. La razón de tal afirmación, subjetiva por supuesto, no cuestiona ni compara calidad ni fama de sus vinos a opinión del que suscribe excepcional y ampliamente merecida, si no que intenta definir de algún modo un conjunto de circunstancias geológicas, climáticas e históricas que hacen que esta denominación de origen catalana sea, cuando menos, especial.

Geológicamente, es posiblemente la única que pueda presumir de tener una uniformidad de suelos, prácticamente se puede afirmar que su delimitación geográfica responde a tal argumento. Están compuestos prácticamente en su totalidad por rocas pizarrosas, que se convierten en su principal distintivo, las llamadas “licorellas”.

Dispuestas en una orografía agreste que recibe al viajero por desfiladeros y empinadas laderas que imposibilitan cualquier otro cultivo que no sean viñedos, olivos o almendros, aferrados en cinceladas e imposibles terrazas, la mayoría de ellas ya abandonados dada la dificultad de su laboreo, pero que deleitan su visión y evocan esas épocas pasadas en que hombres y cultivos luchaban unidos contra la inclemencia de los elementos y la escasa fertilidad de la roca, para extraer un néctar que, en forma de vino o aceite, no han encontrado el reconocimiento internacional hasta finales del siglo XX, para muchos de ellos, desgraciadamente demasiado tarde.

Paralelamente a la admiración de tan hermoso y melancólico paisaje, con la simple observación de los números que arroja la estadística, el lector puede hacerse una clara idea de por que razón el autor cataloga dicha denominación de origen como singular; su extensión geográfica, abarca nueve municipios completos y algunas docenas de parcelas situadas en la parte norte de Falset.

En el año 2008 contaba con 1.767,08 hectáreas de viñedo que sustentaban las raíces de 5.026.949 cepas, buen numero de ellas centenarias, cuyas reinas indiscutibles son la garnacha con 1.980.645 vides y la cariñena con 1.029.082. La totalidad de estos viñedos produjeron 4.795.721 kg de uva, un promedio de 954 gramos de uva por cepa, que fueron recolectados por 567 pequeños viticultores y elaborados por 84 bodegas.

Muy distinto fue el panorama que encontraron los redescubridores del Priorat a su llegada a esos parajes en la década de los 80, aún siendo famosos y ampliamente conocidos por su potencia y extracción, los vinos aquí producidos eran más utilizados para dar vigor, color y grado alcohólico a caldos de otras zonas, que embotellados para el deleite de los amantes del buen vino.

Los métodos de vinificación, tampoco ayudaban mucho, pues se carecían de medios tecnológicos suficientes para obtener la finura y elegancia que actualmente los caracteriza, pues en esas épocas se primaba la cantidad más que la calidad y en los descritos suelos tal fin era poco menos que imposible, empujando a los viticultores a la ruina y abandono de sus, ahora, preciados viñedos.

Fue a finales de los 70 cuando René Barbier, descendiente de una reconocida familia de viticultores y bodegueros adquirió una pequeña parcela en Gratallops, y, junto con algunos amigos Carlos Pastrana, José Luis Pérez y Dafne Glorian, a los que posteriormente se unió Álvaro Palacios, iniciaron una aventura con más tintes bohemios que mercantiles.

Sus sistemas de elaboración fueron más parecidos a los borgoñones que a los tradicionales de la época, trabajando con ahínco la expresión del terruño y las variedades, de tal modo que los resultados aparecieron de un modo tan exitoso como inesperado; empezando por la buena acogida por parte de la critica norteamericana y que encontró, quizás, su punto culminante cuando en una subasta en la sala Christie’s de Nueva York, se subasto en enero de 1999 una botella de la Ermita de Álvaro palacios por 68.000 pesetas de la época, cuando el litro de vino apenas se pagaba a 100.

Siguieron sus caminos paralelos poniendo en el mercado los primeros grandes vinos del Priorat, Clos de l’Obac de Carlos Pastrana, Clos Mogador de René Barbier, Clos Erasmus de Dafne Glorian, Clos Martinet y Cims de Porrera de Jose Luis Perez y finalmente el quizás mas conocido de todos ellos la Ermita de Alvaro Palacios.

Todos ellos han logrado grandes triunfos y amplio reconocimiento, Clos Mogador ha sido el primero en obtener la calificación de vino de Finca, Clos Erasmus estar entre los primeros cinco vinos españoles en obtrener 100 puntos sobre 100 por Parker, Jose Luís Perez, logró aunque no sea un reconocimiento personal cuantificable, que el precio de la uva de calidad del Priorato se pagara hasta 10 veces más, con lo que queda en su haber que muchos de los viñedos condenados al olvido por baja productividad en la zona de Porrera, estén en estos momentos produciendo vinos que adornan las vinotecas más exigentes del mundo, y quizás, parte del merito que representa que se haya doblado la producción de uva en los últimos ocho años lleve su apellido.

Es sin duda La Ermita de Álvaro Palacios, el más joven de los cinco, el que se ha convertido, por meritos propios, en el icono del nuevo Priorat, vino tinto de excepcional calidad, proveniente de la viña del mismo nombre en la pequeña y casi olvidada hasta esta década Gratallops.

Uno de los puntales de su singularidad es la longevidad y complejidad que alcanzan las garnachas que la componen, obtenidas de las poco menos de 3 hectáreas de un terruño pobre y estéril de licorellas, fuerte pendiente y cepas viejísimas que garantizan bajísimos rendimientos y excepcional extracción.

La traducción en la copa, es, después de madurado en barricas nuevas de Roble, un vino, complejo, elegante, largo y expresivo, que cosecha calificaciones superiores a 95 puntos sobre 100 en todas las guías y críticas, y del que no es fácil conseguir una de las escasas 3.000 botellas que se elaboran anualmente.

Sin embargo, es posible encontrar en el mercado mexicano, grandes vinos a precios muy razonables dadas las circunstancias de dificultad en la obtención de materia prima.

Un servidor destacaría entre ellos, Solanes, elaborado por Adrià Perez, que combina la expresión y el poderío del priorat con el toque característico que sabe darle la familia Pérez a sus vinos, finura y elegancia, al igual que Martinet Brú que elabora su hermana Sara.

Ambos vinos hermanos menores de Cims de Porrera y Clos Martinet, respectivamente y herederos del buen hacer de Jose Luis Perez, en opinión del que suscribe uno de los pilares, no sólo del renacimiento del Priorat, sino de la viticultura moderna en España.

martes, 11 de mayo de 2010

Los vinos de España


Josep Baeta
España es sin duda el país vitivinícola por excelencia. No solo produce grandes vinos, de reconocido prestigio internacional, sino que es el país del mundo con más extensión de viñedo. Es también con toda seguridad uno de los países donde la propiedad de los viñedos esté más repartida entre pequeños agricultores y posiblemente donde se puede encontrar la mejor relación precio calidad.

Su variada orografía facilita la existencia de muchas y diversas zonas climáticas y microclimas lo que facilita que se encuentren gran variedad de vinos, repartidos entre más de 70 denominaciones de origen elaborados con más de 100 variedades de uva distintas, habitualmente ensambladas en los más insospechados coupages.

Aunque nos venga a la mente cuando hablamos de vinos españoles, los elaborados con la tempranillo de Rioja y Ribera del Duero (tinta fina), no es esta la más cultivada, este galardón pertenece a la Airén, una variedad blanca vendimiada sobretodo en la Mancha, que mayoritariamente se usa para la destilación y elaboración de Brandy, ni sea, quizás, la más representativa de los vinos españoles, esta distinción posiblemente corresponda a la garnacha.

La garnacha es una cepa muy extendida y popular en la zona mediterránea, especialmente en los denominados territorios de la corona de Aragón, lo que la hace también muy presente en el sur de Francia, llamada allí grenache.

Su triunfo en la colonización de los viñedos españoles, se debe a que es una variedad sufrida que soporta climatologías secas y adversas junto con su productividad y su alto contenido en azucares, lo que la convierte en una buena productora de alcohol. En un país seco donde el vino se pagaba por su grado alcohólico, eran estas unas buenas cartas de presentación. Sin embargo, la garnacha cuenta con un factor que en los últimos tiempos se ha vuelto en su contra, su poca capacidad de producir vinos de alto contenido en materia colorante, que sumado a su poca capacidad de envejecimiento de los vinos y su, otrora gran virtud, la productividad, la estaban apartando de los podios de las nuevas tendencias de los vinos de calidad. ¿Quién había oído hablar de las garnachas tan solo diez años atrás? Cuando el reinado de la cabernet sauvignon parecía indiscutible y su escudera la merlot parecía que quería reivindicarse en el terreno de los vinos amables y afrutados.

Sin embargo, en los últimos años, gracias a la aplicación de los conocimientos en viticultura a los viejos viñedos perdidos en las denominaciones de origen más recónditas y desconocidas, están apareciendo vinos que sorprenden a propios y extraños, a expertos y aficionados de un y otro lado del atlántico.

Aún con su etiqueta de variedad muy productiva y con poco color, la garnacha tiene la facultad de transformarse en una excelente opción cuando se encuentra en circunstancias especialmente difíciles, sea por altitud y contrastes térmicos (caso de campo de Borja), terrenos especialmente difíciles (caso de Priorato, Montsant o Chateauneuf du Pape). En estas circunstancias producen unos caldos difícilmente igualables por su gran expresión de fruta, potencia en boca y largo recorrido, pero sobretodo, sorprenden al enófilo por su amabilidad y su tanino elegante y suave que los hace deliciosos a todos los paladares.

Con ellos se han reivindicado las que llamamos denominaciones de origen emergentes, que no es sinónimo de nuevas, pues muchas de ellas son milenarias. Y nos referimos, como no, a zonas como Priorato, campo de Borja o Montsant. Zonas que pocos años atrás eran desconocidas incluso en España y que hoy cosechan las mejores puntuaciones de los más conocidos gurús internacionales como Robert Parker, que ha llegado a otorgar 100 puntos sobre 100 a un vino con base en Garnacha, como el clos Erasmus del Priorato, el Espectacle del Montsant exclusivamente de garnacha con 99 puntos, compartiendo puntuación con vinos tan afamados como Vega Sicilia o Pingus de Ribera del Duero, y 96 para Aquilón, primo hermano de Borsao tres picos de Campo de Borja.

Pero los más sorprendente de estas denominaciones de origen emergentes es sin duda su relación precio calidad, especialmente cuando hablamos de campo de Borja y Montsant. Dos denominaciones de origen que elaboran el vino con su variedad autóctona tradicional, la garnacha, lo que les da de antemano la ventaja de contar con gran cantidad de viñedos de más de 50 años, y por consiguiente la posibilidad de disponer de muchos kilos de excelente uva para elaborar buenos vinos a precios muy asequibles. Otro factor que contribuye a que los precios de estos buenos caldos no se disparen junto con el éxito, es que suelen provenir de las denominadas cooperativas vitivinícolas. Estas son asociaciones de pequeños propietarios de viñedos que se unen para elaborar vino con sus uvas, cansados que las bodegas tradicionales les pagaran precios paupérrimos por ellas. El resultado es el anteriormente descrito, grandes vinos a precio casi de uva.

De entre ellos, destaca Borsao en Campo de Borja, donde se elaboran vinos de excelente calidad y que llegan a México a precios que van de los 100 a los 500 pesos dependiendo del canal donde se adquieran, y que sorprenden por su gran calidad. Mayoritariamente elaborados con garnacha ya han conquistado los paladares de los exigentes vecinos estadounidenses, y paradójicamente, apenas ahora empiezan a ser reconocidos en el mercado Español, no sería aventurado asegurar que la mayor parte de su producción aún se vende fuera de su mercado natural, España, un país anclado aún por la fama de los Riojas. Sin embargo, su gran disponibilidad de buena uva propicia que se puedan producir a gran escala sin mermar su calidad, por lo que la creciente demanda en España y otros países europeos, no parece pronosticar una subida de precios en los próximos años, por lo que los ciudadanos de a pié nos podremos permitir algunos años más el placer de disfrutar de tan fantásticos caldos.

Sin duda, su producto estrella es Tres Picos, sin embargo llegará en breve al mercado Mexicano un nuevo producto con más carácter de vino del nuevo mundo que de su zona originaria, el llamado Bole, se prevé que va a ser una auténtica bomba, tanto por su precio como por sus cualidades, su primera producción sorprendió incluso a sus propios creadores al agotarse en pocos meses.

Por contrapartida, uno de los mejores vinos que elaboran, con mejor relación precio calidad según la opinión del que suscribe, el Borsao Crianza Selección, es posible que deje de producirse y ceda su espacio a otro producto más al gusto de los mercados anglosajones, que por el momento, son los mayores consumidores de estos excelentes caldos. Vale la pena disfrutarlo mientras aún quede alguna botella en México.

Otra bodega a destacar entre los vinos emergentes en el mercado español, es Perlat, de la denominación de origen Montsant. Un excelente monovarietal de Garnacha de gran expresividad aromática y como no, de una sorprendente amabilidad en boca, que combinada con su potencia gustativa va a ser la gran revelación del vino en México, donde llegará en los próximos meses. Ya está siendo en España la revelación del 2010, como el más representado en las cartas de los restaurantes y de los más demandados en vinotecas y tiendas departamentales. La razón es que, como en el caso de Borsao, su precio es muy popular y asequible, y ha sabido darse a conocer en los mercados más entendidos y conocedores, a saber, Barcelona y Madrid en España, Bélgica, Holanda y Alemania en Europa, Japón en Asia, Estados unidos y ahora México en America.

martes, 4 de mayo de 2010

Al encuentro de sidras Premium

Alberto Fuentegris

Expresión del oficio artesanal en la elaboración de sidra, la casa poblana Copa de Oro ha sido nominada para recibir el premio anual de la Fundación de la Sidra, otorgado por asociaciones de productores de esta bebida, en Asturias, España.

En exclusiva para lectores de Barrio, la empresa fundada en 1936 presenta sus sidras premium Reservas Especiales tipo champagne Renetta y 25 Aniversario, con un añejamiento de tres años.
En 1908 en San Andrés Calpan, Puebla una población a 30 kilómetros de la capital del estado, Ramón Blanca Amador inicia una actividad industrial con la fabricación de aguardiente y posteriormente la de refrescos de la marca Actiopa. Pero es precisamente hasta 1936 cuando se inicia una nueva industria al fabricar la sidra Copa de Oro, bajo la razón social "Ramón Blanca Amador" siendo su primera producción en temporada navideña de tan sólo 50 cajas de 12 botellas.

A partir de 1959 y hasta 1988, Juan Blanca Espinosa dirigió la empresa, ya bajo la denominación Bodegas Copa de Oro, logrando un mayor crecimiento y la elaboración de nuevos productos.

Bodegas Copa de Oro está reconocida como la planta más moderna de Latinoamérica. Cuenta con una capacidad instalada de molienda para procesar hasta 120 toneladas de manzana por día, así como para almacenar 3 millones de litros de sidra.

Responde correctamente la siguiente trivia y gana una de las 15 invitaciones dobles para asistir a la cata que se realizará el próximo 12 de mayo, a las 19:00 horas, en el restaurante Tinto Bistró, ubicado en Homero 428, col. Polanco. Tel. 5255 3668 y 5250 6275. Cuenta con valet parking.

¿Con qué ingrediente se fabrica la sidra?

¿En qué año se fundó la empresa Copa de Oro?

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Indica en el correo tu nombre y el de tu acompañante, así como dirección, ocupación y teléfono para poder contactarte